Esa puede ser una de esas frases que posiblemente hayas expresado en algún momento de tu vida. Ahora, también es posible que no te dieras cuenta de que era totalmente lo contrario y que estaba sucediendo exactamente en ese mismo momento.


Pongamos todo sobre la mesa. Primero, ten en cuenta que todos tenemos situaciones que no están exactamente como quisiéramos. Le damos a esas situaciones un peso, un color, una forma y un sonido, según la emoción almacenada en nuestro cerebro primitivo, específicamente en la amígdala, donde se guardan los recuerdos. Por eso, cuando le comentas a alguien buscando apoyo, esa persona trata de formarse su propia imagen con la información que le das. Generará emociones para decirte que te entiende o no. Sin embargo, no esperes que se pongan exactamente en tu lugar. Podrías llegar a desilusionarte y, en el peor de los casos, decidir no confiar en nadie.
Fíjate en las cosas que están sucediendo (siempre es bueno tener un confidente) y evita acumular todo y de todo, porque eso no te aportará nada.


Por otro lado, si sabes que has pasado por muchas cosas y que, de alguna manera, has salido adelante, recuerda que no importa cómo lo hiciste en ese momento. Piensa en las situaciones que, en su tiempo, te agobiaron, te hicieron sentir atascado, nervioso, sin sueño, y tal vez hasta llegaste a decir: «El mundo está en mi contra». Sin embargo, saliste adelante. Llegaste hasta donde estás ahora, lo hiciste, consciente o no, y sigues vivo. Luego sonreíste, disfrutaste momentos alegres, agradables o grandiosos, y al final encontraste otra situación, quizá similar, menor o peor. Eso es la vida: una serie de entrenamientos que debemos pasar. Míralo así, porque ni todo el dinero del mundo puede brindarte paz, tranquilidad o un mayor tiempo de sueño.


Sé agradecido con Dios, con tus padres, y con quienes te rodean. Todos están ahí por alguna razón, para enseñarte algo. Lo importante es aprender, reflexionar, analizar y procesar de la mejor manera para disfrutar de esta vida y sus momentos.


¿Te has puesto a pensar cuánto te falta por hacer, por lograr, por caminar, por amar, por sentir, por reír, por gozar, por aprender, por compartir, por hablar, por conocer, por llorar, por vivir? Cada latido de tu corazón marca un momento de emoción vivida y sentida. Así que… ¡Da amor, recíbelo, compártelo! Entiende a quienes te critican, no juzgues. No mantengas grandes espacios de tiempo para la ira, la molestia o el malestar. Vívelos, sí, pero en períodos cortos. Aprende, sí, pero no cargues esos sentimientos en tus espaldas. Suéltalos donde deben quedarse. Libérate de ese peso o lastre… ¡y VIVE!

 

Loading